La piel humana es un complejo órgano de barrera que ofrece un nicho ecológico para una gran cantidad de microorganismos. La mayoría de estos microorganismos son inocuos o beneficiosos, ofrecen protección frente a los patógenos y desempeñan una importante función en la modulación del sistema inmunitario cutáneo del anfitrión. La simbiosis entre la piel y su microbiota depende de un complejo «diálogo» y es necesaria para la salud de la piel y para el correcto funcionamiento de la barrera cutánea.1
Dermatitis atópica: disbiosis y mal funcionamiento de la barrera cutánea
Se sabe que la composición de la matriz extracelular deja de cumplir su función en los pacientes con AD y que el funcionamiento de la barrera cutánea se ve alterado.
Varios estudios de cultivo han identificado cambios en la composición de las comunidades microbianas en áreas de piel seca y con prurito en comparación con individuos de control sanos,2 con una acusada caída de la diversidad bacteriana y hasta un 90 % de la comunidad limitado a un solo tipo, Staphylococcus.
Esta colonización microbiana anómala significa que la AD se puede considerar como un estado de disbiosis.3
Reequilibrar la disbiosis cutánea: otro reto para el tratamiento de la AD
Los cambios en la composición normal de la microbiota de la piel pueden contribuir al desarrollo de la inflamación y al agravamiento de la enfermedad.1
Restaurar el equilibrio microbiano de la piel puede resultar útil desde el punto de vista clínico en las enfermedades inflamatorias de la piel como la dermatitis atópica. La microbiota cutánea puede ser «la nueva frontera» en materia de prevención y modelar el enfoque para los tratamientos de la AD.4
Los emolientes pueden ayudar a restaurar la microbiota cutánea
Los productos hidratantes y emolientes se consideran esenciales para el tratamiento de la AD. Ayudan a restaurar y mantener la integridad de la barrera cutánea, combaten la xerosis e incrementan la eficacia del tratamiento. Los ensayos clínicos han demostrado que la aplicación de ciertos emolientes puede aumentar la diversidad de la microbiota en la piel atópica.
Por lo tanto, debido a la disbiosis cutánea en pacientes con piel atópica, la atención en el tratamiento de la AD podría desplazarse hacia un producto hidratante con ingredientes que ayuden a restaurar la microbiota cutánea y el funcionamiento de la barrera. Los productos hidratantes pueden ofrecer otros beneficios para pacientes con la piel atópica, para quienes el correcto funcionamiento de las actividades inmunitarias, antioxidantes y antibacterianas constituye una importante estrategia terapéutica.4
Ampliación
Gestión de la microbiota cutánea con un emoliente específico: resultados de un ensayo clínico
Métodos
- Estudio comparativo, aleatorizado, de doble ciego
- 60 pacientes con AD (SCORAD en D-15=21+/- 8)
- Tratamientos del estudio: emoliente complementado con Aqua Posae Filiformis, una biomasa de la bacteria no patógena Vitreoscilla filiformis cultivada en un medio que contenía agua termal (A) frente a otro emoliente (B)
- Duración del estudio: 4 semanas
Resultados
- Reducción en el índice SCORAD: grupo A= -11 % / grupo B= +35 % (p=0,01884)
- Aumento del nivel del género Xanthomonas en el grupo A
- Aumento del nivel del género Staphylococcus en el grupo B
- Nivel SCORAD asociado inferior en el grupo A (46 %) que en el grupo B (79 %)
Conclusión
El emoliente A es capaz de regular el microbioma cutáneo y de reducir notablemente los brotes.
Seite, S.; Zelenkova, H.; Martin, R. et al. «Using a specific emollient to manage skin microbiome dysbiosis» [Uso de un emoliente específico para gestionar la disbiosis del microbioma cutáneo]. (Póster)
Seite, S.; Zelenkova, H.; Martin, R. «Clinical efficacy of emollients in atopic dermatitis patients – relationship with the skin microbiota modification» [Eficacia clínica de los emolientes en los pacientes con dermatitis atópica: relación con la modificación de la microbiota cutánea]. Clinical, Cosmetic and Investigational Dermatology. 2017; 10:25-33.
Entender mejor la microbiota cutánea
La microbiota cutánea se compone de entre 250 y 500 tipos de microorganismos distintos, incluidos bacterias, virus y agentes micóticos.1 Esta microbiota es casi un segundo órgano invisible con su propio genoma2,3 e interactúa constantemente con los sistemas inmunitarios innato y adaptativo de la piel. Debido a su exposición en la superficie y al contacto con un órgano intermedio, la microbiota de la piel está sujeta en todo momento a múltiples factores que repercuten en su composición y diversidad.
En líneas generales, se conocen tres regiones de la piel que albergan distintos perfiles microbióticos: regiones sebáceas (cara y regiones anterior y posterior medial de los laterales del tronco), zonas húmedas (axilas, regiones inguinales y pliegues de piernas y brazos) y zonas secas como los antebrazos y las nalgas.4
La composición inicial de la microbiota cutánea depende en gran medida de los primeros contactos de la piel durante y tras el nacimiento. Dicha composición viene determinada por la ruta del parto (natural o cesárea), el primer contacto con la piel de la madre y la composición de la leche materna, que constituye una importante «sopa microbiótica». Hasta cierto punto, también se puede observar la maduración de la microbiota durante los doce primeros meses de vida, con variaciones muy marcadas en el denominado «núcleo de la microbiota». Existen grandes variaciones entre individuos y dentro del mismo individuo ya que estos factores influyen en la microbiota cutánea. Esto explica por qué el microbioma cutáneo es el más inestable de todos los nichos y ecosistemas del cuerpo humano.5 Además, debido a la accesibilidad de la piel y su microbiota, se pueden adoptar múltiples estrategias para alterar la composición de la microbiota y restaurar el equilibrio entre los distintos componentes del ecosistema, cuya gran diversidad es esencial para la salud de la piel. Por los motivos arriba mencionados, cabe esperar cambios en la diversidad de la microbiota («disbiosis») como resultado de trastornos cutáneos, independientemente de su origen.