Ampliación - Dermocosmética para el tratamiento de la dermatitis atópica: productos de higiene y emolientes

  • 20min
  • May. 2022
  • Desarrollado por
  • La Roche-Posay

La dermatitis atópica es una enfermedad inflamatoria crónica de la piel caracterizada por la tendencia a la piel seca con desarrollo de eccemas.

Se sabe que:

  • La dermatitis atópica presenta una mayor prevalencia en los países desarrollados que en los países en vías de desarrollo;
  • La prevalencia en las personas que han emigrado de un país en vías de desarrollo (por ejemplo, de África o el Caribe) y se han establecido un país desarrollado (por ejemplo, el Reino Unido) es igual o superior a la de la población local después de unos años;
  • La prevalencia ha aumentado de forma constante durante los 40 últimos años.

Estas observaciones sugieren que existen varios factores ambientales en la expresión de la dermatitis atópica, incluidos factores microbianos y factores que mantienen o agravan la piel seca.

La gestión incluye dos aspectos complementarios: el tratamiento de los brotes de eccemas y el tratamiento de la piel seca. Los dermocosméticos (productos de higiene y emolientes) tienen una función esencial debido a las anomalías en el funcionamiento de la barrera, que parecen ser el motor primario de la enfermedad.



Productos de higiene para personas con la piel atópica


Los jabones «sin jabón», también conocidos como syndet, son ya más habituales que los jabones convencionales. La química de estos productos es compleja: sus propiedades de limpieza y lavado se deben a la presencia de moléculas anfifílicas denominadas tensoactivos1. Están formadas por una parte hidrófila (cabeza) y una parte hidrófoba apolar (cola). En un medio acuoso, forman micelas solubles que arrastran fragmentos de lípidos y otros residuos presentes en la superficie de la piel.
Hay dos tipos de moléculas anfifílicas: las naturales (ácidos grasos de origen vegetal, como los aceites de oliva, palma o coco), conocidas comúnmente como jabones, y las derivadas de productos petroquímicos (detergentes sintéticos o syndets). Estas son cadenas largas de ácidos grasos como una composición muy variable. Normalmente se clasifican en función de su polaridad.



La mayoría de los limpiadores sin jabón consisten en una combinación de los distintos tensoactivos. Mejoran la fórmula aportando ventajas en términos de textura, propiedades espumantes, solubilidad y capacidad aclarado. La etiqueta «sin jabón» simplemente significa que el producto no contiene sales de ácidos grasos vegetales (como aceite de laurel o de oliva), sino ácidos grasos sintéticos (extractos petroquímicos).



¿Qué se puede decir de la seguridad a largo plazo de estos productos?


Los limpiadores sin jabón o syndets tiene la misma estructura química de los jabones naturales: son anfifílicos. Limpian la piel y, por lo tanto, son hasta cierto punto agresivos ya que alteran la función de la barrera mediante la solubilización de los lípidos del estrato córneo.

Las formas aniónicas presentan las mismas características que el jabón natural, con carga negativa en la cabeza. Están presentes en la mayoría de los productos de cuidado personal y actúan sobre la superficie de la piel a través de dos propiedades:

  • Reduciendo la energía y la tensión superficial. A medida que el tensoactivo reduce estos parámetros, aumentan sus propiedades de limpieza y la capacidad para emulsionar los ácidos grasos (uniéndolos a los residuos superficiales);
  • Mediante su capacidad para extenderse sobre la superficie (humectabilidad). A medida que aumenta, el ángulo de contacto se reduce hasta anularse, mientras que se incrementa su capacidad de limpieza debido a la mayor extensión. Por otra parte, solubilizan parte de los lípidos de la membrana (especialmente las ceramidas) e inducen un proceso de citólisis de los corneocitos. Desnaturalizan la queratina, la membrana celular y la fibra de colágeno. Varios estudios han demostrado que la tolerancia a los limpiadores sin jabón depende de su composición.

Emolientes en individuos con piel atópica


La finalidad de la aplicación de emolientes en la dermatitis atópica es mejorar la sequedad de la piel, reducir el picor y limitar los brotes2. Se trata de una parte esencial del tratamiento.




Directrices para la aplicación de emolientes


Se han hecho propuestas para estandarizar la gestión de la dermatitis atópica en Francia (SFD, 2005) y para el uso de emolientes en el Reino Unido (BAD, 2013).

Es esencial explicar primero al paciente y a su familia:

  • Las causas habituales de la dermatitis atópica y la importancia de tratar la sequedad.
  • La evolución natural de la dermatitis atópica y sus diversas fases.
  • La diferencia entre parches de eccema (que requieren una terapia con inmunosupresores o corticosteroides tópicos) y piel seca (que requiere la aplicación de un emoliente).
  • La aplicación de emolientes debe reducir el número de brotes y la necesidad de terapias tópicas con corticosteroides.
  • Las ventajas de prescribir dos tipos de emoliente para adaptar las aplicaciones a la zona (cara, pliegues, miembros), la importancia de tener en cuenta la extensión de la piel seca o las implicaciones de los brotes para la planificación de actividades (dificultad para llevar ropa sobre las zonas tratadas con productos oleosos).
  • La importancia de usar una cantidad suficiente de emoliente y de aplicarlo diariamente mediante masaje (para facilitar la penetración del producto).

Las aplicaciones deberán adaptarse en función de las variaciones estacionales y la gravedad del trastorno y de los brotes, teniendo en cuenta el coste de los productos y, sobre todo, prescribiendo grandes volúmenes.
Deben evitarse los productos limpiadores inadecuados que contienen detergentes (y en ocasiones, incluso laurilsulfato sódico). Pueden contribuir a alterar la función de la barrera y nunca deben usarse en exceso.
La aparición de sensaciones de hormigueo o quemazón en las zonas en las que se ha aplicado el emoliente puede indicar la sensibilización a uno de los componentes (por ejemplo, a un extracto vegetal) o la exacerbación de un eccema subyacente, que requerirá interrumpir el uso de emolientes y aplicar corticosteroides tópicos durante unos días.



Conclusión


Las anomalías en el funcionamiento de la barrera cutánea y la sequedad grave son factores importantes en la fisiopatología de la dermatitis atópica. Tratar estos trastornos puede reducir la intensidad y el número de brotes y mejorar la calidad de vida del paciente.

Deben recomendarse otros dos hábitos adicionales: adoptar una buena higiene diaria y aplicar regularmente productos emolientes formulados para piel atópica.

Es esencial moderar los hábitos de higiene, es decir, evitar una higiene excesiva que fomente la sequedad de la piel, la sensación de picor y el mantenimiento del eccema.

Los emolientes son necesarios. Se ha determinado que son complemento esencial para tratar con éxito la dermatitis atópica. Se requieren instrucciones detalladas sobre su uso.



Apéndice


Bibliografia

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