El empleo de los tratamientos antibióticos orales y tópicos para el manejo del acné ha disminuido de forma significativa en los útimos años, y las recomendaciones de las sociedades científicas sobre su empleo, son cada vez más restrictivas en cuanto a su utilización.
La primera razón está ligada a las resistencias emergentes de P. acnes a la eritromicina y clindamicina, y menos frecuentemente a las tetraciclinas 1,2,3. Las cepas resistentes no sólo pueden ser transmitidas de individuo a individuo, sino que afectan también a otras bacterias- Además, las terapias antibióticas afectan al ecosistema microbiano en general.
Para potenciar su eficacia y limitar la aparición de resistencias, la terapia antibiótica tópica debe ser utilizada en combinación con otros tratamientos ( peróxido de benzoilo o retinoide tópico). Su sesultados beneficiosos pueden durar hasta 2-3 meses después de finalizar el tratamiento. Los antibióticos tópicos no se recomiendan para la fase de mantenimiento. En la práctica habitual, para casos de acné inflamatorio moderado a severo así como acnés en rostro y tronco, se requiere terapia antibiótica o al menos la prescipción de ciclinas, cuyo mecanismo de acción es bien conocido, aunque no se recomiendan para casos de acné más leve en rostro, pecho y/o espalda.
Aunque el riesgro de resistencias es menor en ciclinas, sí que debemos tener en cuenta el riesgo de reacciones fototóxicas, lo que hace que debamos limitar también su utilización 4.
De hecho, se han descrito algunos signos de fototoxicidad severa, desde eritema agudo en zonas fotoexpuestas ( quemaduras), a foto onicolisis a las 2-4 semanas del tratamiento con doxiciclina. Estas reacciones son dosis-dependientes y aparecen generalmente a dosis mayores a las recomendadas para pacientes con acné 5.


Este artículo ha sido elaborado por Pr P. Humbert, dermatologist at Hôpital Jean Minjoz, Besançon